Es fascinante ver cómo la experiencia une a las personas, aunque vengan de tres continentes, de países—Cuba, Venezuela, Rusia, Ucrania—y de orígenes diferentes; siete jóvenes de diversa procedencia a las que las une la persecución política, simplemente por ser «hijas de.» Para este grupo de mujeres activistas, algunas de las cuales no alcanzan ni 20 años, la conversación natural es sobre la situación política en sus países, sus difíciles experiencias en sus lugares de origen, simplemente por ser hijas de disidentes y su trabajo como activistas infatigables. Valientes e incansables voces de los derechos humanos—y en favor de la democracia—se unen en el Oslo Freedom Forum organizado por la Human Rights Foundation.
Wai Wai Nu, con solo 18 años, vivió siete años encerrada a consecuencia de una sentencia de 17 años dictada por su hija de un líder de la oposición. Grace Jo, originaria de Corea del Norte, desde los cinco años ha vivido una larga y difícil odisea que incluyó pasar hambre, 15 meses en la cárcel y un período como refugiada en China. Grace Zhisheng, hija del abogado y activista chino Gao Zhisheng—encarcelado desde 2008 por ofrecer servicios legales gratuitos a gente que buscaba justicia—ha sido víctima de abuso, humiliaciones y aislamiento obligado. Ti-anna Wang es hija del fundador del Overseas Chinese Democracy Movement (OCDM). Este fue secuestrado por el gobierno chino en Vietnam y repatriado para arrestarlo, dándole una sentencia de por vida de han sufrido grandes injusticias personales y familiares, sin embargo, al mismo tiempo han convertido dichas experiencias en su fuerza motriz para crear un cambio pro democrático y por los derechos humanos.
Sophia Yuschenko, hija del presidente de Ucrania, Víctor Yuschenko—quien lídero la Revolución Naranja—ha participado desde 15 años en el activismo por su cuenta. Esta joven, ahora de 18 años y que inicia la universidad, está completamente comprometida con cambiar el sistema en su país. Zhanna, hija del activista ruso Boris Nemtsov, que fue asesinado afuera del Kremlin en el 2015, continúa el trabajo de su padre en favor de una Rusia democrática.
De Latinoamérica estaba presente en el foro, Rosa María Payá, hija del difunto activista cubano y cinco veces nominado al Premio Nobel de la Paz, Oswaldo Payá. Valiente e incansable activista de la pro democracia y líder de la sociedad civil en Cuba desde 2009, trabaja para promover la solidaridad en su país, así como buscar justicia tras la muerte de su padre. También estaba presente la venezolana Antonietta Ledezma, hija del alcalde de la ciudad de Caracas y perseguido político desde 2015, Antonio Ledezma. Otro ejemplo de una mujer incansable comprometida con su país y sus valores. Aprovechando el exilio para hacer una maestría que respaldara su labor en aras de la democracia y los derechos humanos en su país. Ella ve su situación como un privilegio propio, porque le permite decir que su padre ha sacrificado su libertad para que ella pueda tener una Venezuela libre.
Todas estas mujeres son ejemplo de que la adversidad es un potente catalizador, con el que han creado organizaciones y movimientos importantes, así como ganado numerosos premios por su labor humanitaria. Todas participan en foros globales que van desde las Naciones Unidas a campañas en redes sociales, compartiendo su mensaje y manteniendo vivo el recuerdo de sus padres, o bien, luchando por su libertad. Tres continentes, seis países y orígenes muy diferentes, todas son visionarias, proactivas y valientes. Sin ver hacia atrás con rencor o tristeza, son responsables de acciones importantes para cambiar la situación política de sus naciones y mejorar las condiciones de vida de muchos.